martes, 22 de enero de 2013

La facultad

Cuando uno pastorea, tiene que ser como Hércules con sus 12 tareas para llegar a la meta. Entonces, una de estas tareas es ir a la facultad, solo para poder decir en algún momento: "Yo fui a la facultad" y así empezar a contar todos los avatares que se pueden tener por pastorear en esta institución.
En mi caso tuve 3 intentos. El primero fue en la Universidad de Morón, donde duré 1 cuatrimestre pero el cambio de la secundaria a la facultad fue difícil. El venir de pastorear de una secundaria pastoreadora, poco exigente a la exigencia de esta Universidad, me complicó la cabeza. Por lo que no di pie con bola...
Luego, fui a la UBA en su sede de Merlo. no me fue mal en el CBC pero el calor que hacía ahí me era imposible(?) prestar atencíón. Por lo que le dejé.
Al año volví a intentarlo y acá sí que tuve infinidades de hechos por culpa del pastoreo. Pero esta vez me tocó Ciudad Universitaria. Qué tiene de raro esto? Que vivía en Parque Leloir, Ituzaingó. Debía tomarme un colectivo (el 390 a William Morris), el tren (San Martín) y otro colectivo (el 160).
Entre distintas aventuras, una era viajar casi 3 horas para solamente ir a una clase que duraba 45 minutos. También, como no llegaba a anotar nada de lo que decían los profesores, los grababa pero al final nunca los transcribí.
Pero lo que hizo que terminara con el curso de pastoreo fue que durante todo el cuatrimestre fui a una cátedra de Sociedad y Estado, y cuando dio la profesora, los nombres de los alumnos de la cátedra para el exámen final yo no estaba. Qué pasó? no era la cátedra que me correspondía, por lo tanto, cuando fui a dar el final en la otra cátedra, el profesor se me murió de risa, no lo podía creer. Está de mas decir, que me fue mal.

Y además me venció la vergüenza cuando un compañero, de alguna materia que ya no recuerdo, dijo: "cuánta gente que viene al pedo, usan la plata de los contribuyentes para nada. No deberían venir y que otros, que si quieren estudiar, puedan hacerlo". No lo dijo por mí, pero me tocó un poquito...

Para muchos, un lugar de estudio y satisfacción personal. Para otros, uno de los tantos lugares de adoración y culto al pastoreo.


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